De esta forma, una actividad que debiera ser obligación exclusiva de la empresa y en igualdad de oportunidades para todo el colectivo se convierte en parte del negocio de formación montado por algunos para extender su red de clientelismo, ahora, al conjunto de la plantilla.
Esta actitud mantenida por algunos sindicatos nos parece del todo impresentable. Sobre todo, porque como siempre ocurre, habrá compañeros y compañeras que, con el cambio de la valoración de los méritos, saldrán claramente perjudicadas en su intención de conseguir una plaza de manera continuada o de cambiar de puesto o localidad. No debemos olvidar que colectivos como el personal fijo-discontinuo, al que por cierto la empresa y los sindicatos firmantes metieron hace muchos años ya en un laberinto laboral de difícil salida, o el del personal desplazado, no van a tener más remedio que realizar los cursos de formación porque la antigüedad generada a lo largo de estos años ya no es suficiente garantía para poder tener posibilidades de moverse en el Concurso de Traslados. Una broma, extensible a toda la plantilla, que, a estas alturas de la película, no hace ni puñetera gracia.
Junio de 2019
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